domingo, 18 de abril de 2010

Su nombre: Michael Ende

Al fantástico autor que me hacía reír y transportarme a mundos extraordinarios cuando aún una pequeña hamaca de playa me parecía un enorme y cómodo sofá, leyendo "Los mejores cuentos de Michael Ende" liada en una sábana en aquellos días lluviosos de primavera.
Porque con sus increíbles historias, me empezó a apasionar la literatura como nunca antes me había apasionado.
Porque aún hoy descubro los países de fantasía, donde cada uno podemos darle un nombre nuevo a la Emperatriz Infantil o Hija de la Luna.
Porque se echa de menos la imaginación y la fantasía en un mundo donde nos está prohibido soñar e inventar historias, como hacía Bastián Baltasar Bux.
Por "Liri Loré Willi Porqué", por los Comerrocas, la Vetusta Morla, Atreyu, Hija de La Luna, Momo, y por otros tantos nombres que escapan a mi pronunciación.
Gracias.
Porque, como dijo alguna vez un sabio, las personas se vuelven inmortales por sus historias...




sábado, 17 de abril de 2010

La tiranía de la felicidad

Es difícil ver a esa persona todos los días y no poder acercarte a ella sin quedar ni un centímetro entre vosotros y perderte entre besos y caricias.
Es difícil renunciar a acercarte con la excusa de olerla porque sabías que ese simple gesto quizás desembocaría en un beso, una caricia o en un pequeño ratito de torpes calenturas.
Es difícil pasear por tu ciudad y ver en varios rincones los fantasmas de tí misma cuando la felicidad de unos momentos mágicos inundaban tu corazón.
Pero hubiera sido más difícil, pensar que todos esos momentos no hubieran pasado nunca, y que dentro de poco, esa persona se alejará y su recuerdo se volverá cada vez más débil, aunque tú mantengas la esperanza de volver a verla...

domingo, 4 de abril de 2010

Positiva...


Me quedo con los buenos momentos.
Para qué recordar las situaciones en que mi rabia y dolor duró unos minutos, días o meses, si cuando tenga que hacer el recuento de mis días, sólo perdurarán en mi memoria las risas, abrazos, besos o caricias.
Me quedo con los buenos momentos, porque, aunque hubo ocasiones en las que mi llanto rebasaba todos los límites y sentí tal opresión en el pecho que apenas si podía respirar, eran fases de la vida en las que aprendí a hacerme mayor, sin olvidar que una vez fui una niña con la cabeza llena de pájaros, en un mundo donde todo era precioso.
Me quedo con los buenos momentos porque la vida, aunque no es como soñamos, no deja de estar hecha por pequeños momentos maravillosos, tan maravillosos...
que son los que repetimos una y otra vez a nuestros amigos sin cansarnos de ello, o bien guardamos en el rincón más profundo de nuestro corazón donde nada ni nadie puede arrebatárnoslo y basta con cerrar los ojos y rescatarlo, para transportarnos y volver a sentir aunque sólo sea un ápice de lo que sentimos entonces...
...merecerá la pena.
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